jueves, 18 de julio de 2013

El verano, el boton y el jardin

La doncella se paseaba por los desordenados jardines de la ciudad del verano, mientras olía el aroma del jazmín se dejaba llevar por los pensamientos de lo que el viento traía como mensaje. Esperaba sin lugar a dudas que el viejo “Botón” como todos los días le contara todos los cotilleos acaecidos en la rosaleda de la danza. Sin embargo aunque encontraba deliciosa la compañía del viejo Botón, su mirada andaba perdida desde los promontorios de los jardines, guiando su vista a lontananza en busca de una señal que parecía resistirse a ponerse en sus almendrados ojos.

En la rosaleda de la danza estaba el viejo Botón, esperando que la encargada del rocío llamara a los ninfos para que los rosales abrieran sus pétalos para recibir los últimos y cálidos abrazos del sol de la tarde antes de que la alegría se instalara en la rosaleda. La encargada del rocío siempre paseaba impertérrita por todos los salones del jardín del verano, mientras veía apuestos donceles apostarse junto a las columnas de yedra esperando que las damas hicieran acto de presencia para que sus laudes y letras de amor arrullaran sus corazones en un baile que traería consigo el despertar de la luna. Pero Botón esperaba, era el que contaba todo lo acaecido en el jardín del verano. ¡¡Oh viejo Botón cuando dejarás de cotillear y permitirás que la doncella baje al fin al baile del verano!!, repetían una y otra vez las doncellas de la rosaleda. Botón fruncía el ceño y no respondía solo estaba atento a todo lo que se decía, para como siempre colmar a la doncella del promontorio con su deliciosa charla sobre las trivialidades del jardín.

Mientras allende la ciudad del verano, un rumor cabalgaba a toda velocidad hacia la rosaleda de la danza. En su grupa iba un joven de aspecto joven y calmado con fiera mirada que atravesaba las brumas del tiempo para llegar a la rosaleda y darle a la doncella el mensaje que esperaba. El día vencía su luz para dejar paso a la noche y con ella la sempiterna danza de la alegría en la rosaleda, mientras tanto la doncella esperaba escuchando atentamente al viejo Botón que le contaba lo ocurrido. La doncella cambiaba a cada minuto el gesto mientras Botón acababa el relato, ¿que te ocurre doncella? Inquirió Botón. Nada mi buen Botón hoy tampoco llegará. En ese momento sonaron las flautas y los laudes, al fin había llegado el momento de la danza y la doncella muy triste miraba a lontananza, una tenue luz se iluminaba entre las brumas y Botón añadió: No se puede evitar que llegue doncella, el verano no puede abandonarnos llegará y al fin hará que florezcas como todo el jardín bella doncella.¿Y que harás tu Botón?dijo la doncella. Contare esta historia como otras que he contado para que nadie la olvide bella rosa, respondió Botón.

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