lunes, 25 de abril de 2011

Sol y Luna




Cuantas veces te levantas al día para ver como los amaneceres varían en tu ventana. Cuantas veces te levantas por la noche para ver que la luna no asoma de la misma manera pero siempre con la misma sonrisa. Como es que cuando avisas al sol de que el día debe ser luminoso decide como cuánto y por donde, y aunque brille no lo hace para ti. En cambio al abrigo de la noche cuando te levantas ves como la argéntea luz de la noche revela tu serena mente con un brillo tenue, pero fuerte; sutil pero perfilado. Donde están los márgenes de luz que necesitamos para que nuestro YO pueda exhibirse sin que palidezca u oculte la luz de la tierra. Cuantas veces ves la luz del día pensando que no brilla para ti y si para otros con aurea potestad, y en cambio cuantas veces te has dejado arrullar por la sensual y nocturna luz de la luna sabiendo que esa noche solo brillará para ti.

Es curioso y a la vez inédito que nadie se fije en algo tan insignificante y a la vez muy importante como el impacto de la luz de los astros sobre nosotros, los entes vivos de este pequeño planeta azul, de esta ciudad en la que me encuentro. Ves la gente diariamente como pasea o va de aquí para allá bañada en esas luces sin percatarse de que les guían como una madre lleva a sus hijos de la mano sin que teman porque está allí para evitar que tengan un problema, iluminándoles con una sonrisa vital a la mañana seductora y arrulladora por la noche. Pero aquí seguimos como pequeños bastardos sin siquiera dar las gracias a estos dos ángeles protectores, porque para muchos sólo es una luz sin importancia. Sin darse cuenta de lo que predisponen ambas sonrisas o luces sobre nuestros comportamientos y nuestros sentimientos… hasta sobre nuestra cordura. Y aquí estoy yo en este momento sin luces para hablar de eso, de iluminación.

domingo, 24 de abril de 2011

La sombra y la lluvia


En una semana santa tan lluviosa pero limpia de alma y corazón no he dejado de fijarme en cómo la gente festeja la llegada de la primavera de diversas maneras. Unos lo hacen comprándose trajes, otros saliendo a respirar el nuevo clima, limpio húmedo lleno de vida en cada rincón, cada esquina. Pero cada hueco vacio que no es llenado por estos nuevos aires deja posos de ese invierno lleno de frustraciones, iras, amarguras y también lágrimas. Cuando paso por jardines y parques veo que resucitan como arbustos en flor esa especie de ser humano cada día más en extinción: el lector. Los parques se llenan de lectores con libros de lo más variado desde la intriga, pasando por la poesía o el ensayo hasta los más frikis con su ciencia ficción o su literatura fantástica.

Pero detrás de todos ellos aun se puede ver un halo de oscuridad, una sombra. La sombra del invierno que azota aún nuestra alma y nuestra mente como Caín esperando entre la maleza con una quijada dispuesto a golpearles por adorar con más fervor la primavera. La sombra es tal que es como una segunda persona que nos acompaña, nos dice la hora o simplemente nos oculta de nosotros mismos en la vía pública. Como toda sombra que se precie, hace que cuando la veamos o no observemos nada en ella que llame nuestra atención cotidiana o simplemente preferimos no fijarnos por algún temor oculto a que se vaya o tome nuestro sitio en el día a día. Lo que no deja de ser sorprendente es como acogemos la primavera, con esa lluvia reparadora y purificadora que parece que nos está cambiando hasta el talante, ves las flores, los pájaros y como no los lectores que tienen una paz que nos revela abiertamente que llega otro tiempo, otra manera de ver el mundo que el dejado atrás por el invierno. Y tal vez, solo tal vez se quede la maldita sombra ahí sin molestar, porque siendo sincero a veces me gustaría ser Peter Pan y atrapar a las sombras en primavera para que no altere el lavado espiritual que nos trae a todos esta época del año.

viernes, 15 de abril de 2011

Tribulaciones de una mujer observadora


Amanecía en la ciudad roja, el sol se levantaba radiante dominador e imperial para apuntar directamente sobre los muros de la Alhambra, el palacio rojo. Al impactar la luz solar prístina y brillante aun era más roja la Alhambra casi un fuego llameante que decía: aquí estoy sigo sultana y mora con el paso de los tiempos, aun soy ese jardín del edén que acogió alegría y llanto, belleza y actos de nobleza que me hacen majestuosa, una dama mayor y sabia que aún conserva esa belleza que hace que te enamores… te embrujes.

Amanecía en la ciudad del palacio rojo fría pero límpida, con gente que iba entre carreras y café rápido a trabajar o simplemente a que los purificadores rayos solares limpien sus almas y sus pensamientos oscuros… nocturnos. Ves el caminar de la gente, oyes conversaciones se llena de vida la ciudad, con la atenta mirada de esa vieja dama que aun acoge, escucha silenciosamente y valora todo lo que se dice de manera sabia, paciente y calmada. Avanza el día y aunque hay mas ruidos que despistan a nuestra dama, ella sigue pendiente de que sus ahijados, sus ciudadanos con los que comparte todo, miserias y alegrías, bendiciones y maldiciones, también amores y desamores y como no las riñas de esas familias que son tan antiguas como el tiempo y a las que ha visto pasar generación tras generación asintiendo calmada pero con una sonrisa sabia de quien sabe que llenan de vida su lento caminar a la eternidad.

Atardecía en la ciudad del palacio rojo y ahora la vieja dama… la Alhambra recibe los últimos rayos solares mas imperiales y mas rojos que hacen que su sombra se expanda a todos sus ahijados en la ciudad del palacio rojo, en la ciudad del palacio donde las conversaciones siempre están escuchadas calmadamente por esa dama sabia y antigua que dice otra vez: Aquí sigo sultana y mora con el paso de los tiempos soy ese jardín del edén que tantas cosas acogió, soy la dama que conserva la belleza para que te enamores, dormid hijos míos porque mañana brillare de nuevo pero yo velare vuestros sueños nocturnos para que mañana volvamos a conversar con la palabra y el alma.

martes, 12 de abril de 2011

Mi pagina en blanco


Miras y piensas, piensas y decides; decides y escribes. Es la rutina increíblemente dura de un blog, a veces surgen ideas, a veces solo son sesgos, aunque las más de las veces solo son paridas mentales. Te pones música pensando que sería ideal para que llegue algo de lucidez(los más poéticos lo llaman inspiración). Pero ahí está otra vez, se adueña de ti, esa ceguera que quiere una y otra vez persuadirte de que no hay nada, de que todo lo que escribes es baldío y que si no te “inspira” no podrá iluminarte una de las musas. Putas musas te dices, estarán de vacaciones porque si no, no se explica porque no llega ni lucidez, ni inspiración ni musas… ni siquiera la puta gana de consumir unos panchitos a ver que llega… pero ahí está la música que te pones para ver si algo te llega a la mente, esa idea ese sesgo ese momento de divinidad que nos toca y nos da la posibilidad de contar una historia.

Piensas y observas, observas y decides, das un puñetazo mental con un “joder” y escribes… es la disciplina de quien tiene la firme idea de escribir en un blog, un artículo de periódico, un nonato libro o simplemente una hoja de papel mientras observa pasar delante de su mente, letras, palabras… coño y las putas musas también que parecen que hoy están haciendo cortes de mangas, oigo hasta la banda sonora de dicha acción. Y aquí sigue ese delante de este que escribe ese dragón de todos los colores y ninguno, sin que aparezca el momento lucido, sin que haya inspiración o simplemente sin dejarme tocar la inmortalidad que al fin acabe con la maldición que a todo escritor en ciernes le debilita, el dragón de todos los colores y ninguno que llaman: el síndrome del papel en blanco. Pero tranquilos, hoy sin musas también tengo mi momento de lucidez, tomad malditas musas oíd mi banda sonora de cortes de mangas en forma de golpes al teclado mientras escribo esto.

lunes, 4 de abril de 2011

¿A nadie le pasa que...?


Una pregunta, ¿nadie se aburre en internet?. Yo llevo días que cuando veo el router encenderse y titilar o simplemente el sentarme a ver la prensa online, es algo que me da una pereza enorme, no sé siento la necesidad de expresarme de otra manera y creo que internet no es la solución. Pero si me doy cuenta de que es el futuro y que es posible que sea uno de esos dinosaurios que cuanto más tiempo pasan en vez de evolucionar con los adelantos tecnológicos, hace más bien lo contrario… involuciona. Un simple clic es como una tortura hecha realidad. Si lo sé, hay que salir más, haz otras cosas, aprovecha las oportunidades que te da el medio digital etc. etc. Pero es que la realidad es que solo veo lo mismo y el mismo tipo de gente y llevo en internet más de 15 años (nadie se ofenda es solo una valoración inocente sobre el tipo de personas nada más). Mi msn esta ya continuamente apagado, en cuanto a lo de las redes sociales… no me termina de convencer prefiero el cara a cara. Si ya se, estoy en una en estos instantes, pero son más las veces que no entro a las que entro y ya no digo participar.

Curiosamente con el PC también me pasa el mismo caso. No sabría decir si es que realmente es lo que dije antes o que simplemente no le saco las entretelas al artefacto en sí. El caso es que ya no me satisface ni me enriquece, sino más bien me lastra y me condena al tedio entre otras cosas, pero aquí estoy dejando esta reseña sobre mi decadencia digital y mi miseria socio-internautica. Cada día tengo unas ganas enormes de no encenderlo, porque descubro que cuando lo enciendo tengo unas ganas enormes de apagarlos porque me aburro más que antes de haberlo encendido… no sé, pero tengo la sensación de que la tecnología al menos en mi caso más que aportarme, me recorta… menuda estupidez, ¿no?, en fin, saludos.