viernes, 15 de abril de 2011

Tribulaciones de una mujer observadora


Amanecía en la ciudad roja, el sol se levantaba radiante dominador e imperial para apuntar directamente sobre los muros de la Alhambra, el palacio rojo. Al impactar la luz solar prístina y brillante aun era más roja la Alhambra casi un fuego llameante que decía: aquí estoy sigo sultana y mora con el paso de los tiempos, aun soy ese jardín del edén que acogió alegría y llanto, belleza y actos de nobleza que me hacen majestuosa, una dama mayor y sabia que aún conserva esa belleza que hace que te enamores… te embrujes.

Amanecía en la ciudad del palacio rojo fría pero límpida, con gente que iba entre carreras y café rápido a trabajar o simplemente a que los purificadores rayos solares limpien sus almas y sus pensamientos oscuros… nocturnos. Ves el caminar de la gente, oyes conversaciones se llena de vida la ciudad, con la atenta mirada de esa vieja dama que aun acoge, escucha silenciosamente y valora todo lo que se dice de manera sabia, paciente y calmada. Avanza el día y aunque hay mas ruidos que despistan a nuestra dama, ella sigue pendiente de que sus ahijados, sus ciudadanos con los que comparte todo, miserias y alegrías, bendiciones y maldiciones, también amores y desamores y como no las riñas de esas familias que son tan antiguas como el tiempo y a las que ha visto pasar generación tras generación asintiendo calmada pero con una sonrisa sabia de quien sabe que llenan de vida su lento caminar a la eternidad.

Atardecía en la ciudad del palacio rojo y ahora la vieja dama… la Alhambra recibe los últimos rayos solares mas imperiales y mas rojos que hacen que su sombra se expanda a todos sus ahijados en la ciudad del palacio rojo, en la ciudad del palacio donde las conversaciones siempre están escuchadas calmadamente por esa dama sabia y antigua que dice otra vez: Aquí sigo sultana y mora con el paso de los tiempos soy ese jardín del edén que tantas cosas acogió, soy la dama que conserva la belleza para que te enamores, dormid hijos míos porque mañana brillare de nuevo pero yo velare vuestros sueños nocturnos para que mañana volvamos a conversar con la palabra y el alma.

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