Últimamente veo el mundo
y no puedo creer hacia donde nos encaminamos, hacia donde corremos
como galgos de carreras. Nos rodean tiempos importantes es cierto
pero también nos rodean tiempos muy oscuros, con muchos cambios y
algunos o mas bien la mayoría no para mejor; se cumple aquella
máxima de los abuelos de los pueblos: los cambios casi nunca son
buenos. Pero es que vivimos en un constante movimiento, hacia abajo
sobre todo, sin saber que hay más allá del tobogán y lo peor de
todo es la sensación de la gente de que nada importa salvo el
consumismo al limite, corriendo como una procesión de locos hacia el
nuevo modelo de iphone, el nuevo estreno taquillero de cine o
simplemente preocupados por los precios del famoso whatsapp. Todo
ello sin mirar simplemente como se derrumba el mundo a nuestro
alrededor.
Me recordó todo esto a
la caída del imperio romano, es como si estuviéramos teniendo un
deja vu. En la cúspide económica de pronto se desplomaron sin saber
por qué o si que lo sabían pero no les importó hasta que ya fue
demasiado tarde para poder dar marcha atrás. El mayor problema es
que hemos olvidado que nuestro primer deber como seres humanos es
ese, “ser humanos” y por ende arrimarnos más unos a otros para
tener la confianza de que si alguien cae, ahí tendrás un brazo que
evitará que te hagas daño y te dará apoyo para levantarte y seguir
adelante. Que pocas personas se preocupan de verdad por los demás,
que lástima que caminamos hacia una humanidad tan deshumanizada y
sólo pendiente del consumismo salvaje, alejándonos mas en
consecuencia de lo que a mi modo de ver nos ayudaría a salir de todo
esto: la humanidad, la fraternidad y lo que es creo es importante
las emociones. No puedo creer que después de siglos de evolución
todo se haya remitido a comportarnos como borregos ante las lucecitas
de la publicidad que nos llama a idiotizarnos más sin preocuparnos
por quien lo pasa mal y esta al lado de esa misma puerta con
lucecitas. Sería como admitir que como sociedad hemos fracasado.
Y
es que parece que somos eso precisamente: galgos de carreras; que van
en una desenfrenada competición sin fin del canódromo corriendo
detrás de una liebre que jamás cogerán que jamas podrán poseer.
No se que pasa y lo que es peor en mi caso, ni siquiera entiendo que
se pretende, salvo que el fin sea deshumanizarnos y hacernos
fracasar. Es tan apremiante la situación que no termino de
comprender por qué nadie hace nada al respecto. Por mi parte he
intentado contar mi turbación no es mucho pero al menos empiezo a
concienciarme de ello.
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