La doncella se paseaba
por los desordenados jardines de la ciudad del verano, mientras olía
el aroma del jazmín se dejaba llevar por los pensamientos de lo que
el viento traía como mensaje. Esperaba sin lugar a dudas que el viejo
“Botón” como todos los días le contara todos los cotilleos
acaecidos en la rosaleda de la danza. Sin embargo aunque encontraba
deliciosa la compañía del viejo Botón, su mirada andaba perdida
desde los promontorios de los jardines, guiando su vista a lontananza
en busca de una señal que parecía resistirse a ponerse en sus
almendrados ojos.
Mientras allende la
ciudad del verano, un rumor cabalgaba a toda velocidad hacia la
rosaleda de la danza. En su grupa iba un joven de aspecto joven y
calmado con fiera mirada que atravesaba las brumas del tiempo para
llegar a la rosaleda y darle a la doncella el mensaje que esperaba.
El día vencía su luz para dejar paso a la noche y con ella la
sempiterna danza de la alegría en la rosaleda, mientras tanto la
doncella esperaba escuchando atentamente al viejo Botón que le
contaba lo ocurrido. La doncella cambiaba a cada minuto el gesto
mientras Botón acababa el relato, ¿que te ocurre doncella? Inquirió
Botón. Nada mi buen Botón hoy tampoco llegará. En ese momento
sonaron las flautas y los laudes, al fin había llegado el momento de
la danza y la doncella muy triste miraba a lontananza, una tenue luz
se iluminaba entre las brumas y Botón añadió: No se puede evitar
que llegue doncella, el verano no puede abandonarnos llegará y al
fin hará que florezcas como todo el jardín bella doncella.¿Y que
harás tu Botón?dijo la doncella. Contare esta historia como otras que he contado
para que nadie la olvide bella rosa, respondió Botón.