De todas las estupideces
que una persona puede hacer en la vida, pasar desapercibida e
invisible hasta para sí mismo es la peor de todas. La vida
contemplativa tan aprobada por algunas mentes que quieren pasar por
brillantes, sólo es efectiva si de ellas sacas al menos una
enseñanza. Este axioma me lo habré dicho una y mil, que digo mil,
millones de veces, pero es que es imposible hacer algo brillante y
que perdure. Mi café en si mismo es una impronta imperecedera en el
devenir de mi propia existencia, en cambio este servidor es incapaz
de dejar una impronta en cualquier cosa, ya sea este desparrame de
palabras sin sentido como en cualquier persona, animal o cosa.
Hoy, mirando hacia atrás
lo primero que se me ocurren una y mil, que digo mil, millones de
cosas sobre el porque de que ese axioma de antaño, no sólo es
erróneo sino además estúpido. La impronta se deja en aquellas
personas que quieres y que aprecias, son ellos y solamente ellos
quienes decidirán sin la opinión de un servidor si dejamos o no
impronta. En mi caso siempre agradeceré a mi madre y su familia
terminología tan exótica como aberrante, ejemplo de lo que digo: en
mi casa no se podían decir tacos así que en vez de decir “cojones”
mi abuela, mi madre y su hermana inventaron un palabro,
“cojonantuanchibiritalmean” que terminaba acortándose en un
“conojantua... ,” sin más. Pero no era la única palabreja,
decir pedo no es que estuviera mal pero también se mejoraba, te
tirabas un “fos”. Así ha pasado el tiempo, mi tía y mi abuela
desgraciadamente ya han fallecido y mi madre con el tiempo también
lo hará pero he aquí un sello, una impronta que cuando el tiempo ya
ha ido pasando ha quedado grabado a fuego, tanto que yo también uso
estos palabros en mi vida cotidiana.
Y esto nos conduce de
nuevo al principio, como hacer que tu vida no pase tan desapercibida
que acabes siendo un personaje olvidado. Pues no lo se, en mi caso,
por más que he intentado brillar solo he conseguido alcanzar a dejar
una huella poco nítida en la gente con la que he tenido un roce más
continuo, pero persevero. Ya no intento comerme el mundo, pero si que
lucho en todos los frentes contra la invisibilidad hacia mis seres
más queridos y cercanos, aunque para ello tenga que tirarme mil
“fos”. Y si con este desparrame de chorradas he conseguido al
menos que vosotros penséis, ya habré triunfado.
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