miércoles, 4 de junio de 2014

La prisa y el sushi

El tiempo últimamente es como el temperamento de la gente hoy, desquiciado y fuera de control. No sabría discernir cual es la razón imperante pero así es. Pasamos del frío y el agua al calor y el sol con la misma velocidad y volatilidad con la que pasábamos en la pubertad del amor apasionado con sensualidad al despecho y el olvido. Con lo que nuestra manera de afrontar el día a día a veces parece la sala de espera de urgencias de un ala psiquiátrica de degenerados mentales. Creo que el clima solo es una excusa para no afrontar lo evidente, hemos cambiado no se si para mejor o para peor pero hemos cambiado, como sociedad al menos, demasiada prisa quizás.

Hace unos años aficioné a mi querida y amada mujer a la comida japonesa, recuerdo perfectamente aquel día si bien lo que no recuerdo correctamente es que llevaba todo el menú de degustación. Pero recuerdo perfectamente lo acelerado que llevaba el corazón por la sorpresa y el no saber que podría encontrarse, se le podían oír los latidos desde el mismísimo Fuji. Hoy afronta el comer esa comida casi como un ritual de calma y tranquilidad zen, aunque a mi me sigue disgustando precisamente eso: la prisa. En esos restaurantes hasta en los de comida para llevar todo el mundo va acelerado y llevándote todo al tiempo casi te tienes que atragantar la comida para ir a su ritmo. Lo mismo pasa con otras cosas, lo que lleva a ese estado que antes mencioné el de paroxismo constante y cambios de humor a la velocidad del rayo. No se, es posible que me esté haciendo viejo, pero echo de menos esa calma cuando ibas a cualquier sitio, sobre todo en fin de semana, tanta que parecía que el mundo se detenía para que admiraras hasta el silencio en movimiento lento pero ampuloso. Es cierto el mundo avanza y se mueve pero no tiene porque gustarme y eso precisamente eso es lo que no me gusta, porque parece que te empujan. Pasando de persona a elemento de cadena de montaje a la que moldean según pasa por cada estado.

Pero el clima sigue siendo cambiante, tal vez sea el sino de los tiempos en lo que a la climatología se refiere. Personalmente no me gusta el efecto que tiene en las personas, las hace menos reflexivas menos calmadas y al tiempo estar como si estuvieran asediando Mordor, tensas como la cuerda del arco de Legolas. Creo que estamos olvidando lo que significa vivir, para pasar al sobrevivir y como sigamos así con tanta prisa y tensión un día iremos a un restaurante japonés como suelo hacer con mi mujer y antes de que el camarero diga esta boca es mía estaremos pidiéndole la cuenta. Como decían los abuelos y abuelas, no es bueno vivir con prisa, lo bueno es vivir intensamente. El tiempo vuelve a cambiar de nuevo esta mañana un sol radiante y ahora lloverá, así que me gustaría terminar diciendo que lo mejor en estos casos es deleitarse en esa lluvia o leer un buen libro, nos vemos en otro rato, voy a disfrutar en silencio de la lluvia.

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