La vida se compone de momentos,
los momentos se componen de escenas y fotogramas compuestos por
pequeñas acciones que marca nuestro siguiente paso en la evolución
de nuestra vida cotidiana. Admito sin embargo que las circunstancias
a veces hacen que tengas que borrar, o más bien tengas que retocar
cada fotograma antes de emitirlo en el continuo espacio de nuestra
toma de decisiones. No obstante, hay que al menos hacer una reflexión
de porque retocamos, eliminamos y procesamos dichas escenas, dichos
fotogramas.

Y esto nos vuelve a traer al
principio, el montaje nocturno de cada cortometraje diario que es la
vida cotidiana y la conclusión de que en ciertos momentos, me
encantaría ser como ellos, sólo en ciertos momentos claro. El resto
del tiempo observo con desespero como a mi alrededor hay como una
especie de vació en el que me siento solo gritando a la nada de
Atreyu, esperando sin mucho éxito una respuesta para no tener que
estar recomponiendo las escenas de mi día a día. ¿Y sabéis que es
lo más triste de todo esto?, que por mucho que intente o intentéis
cambiar la dinámica e intentar enseñar un mundo nuevo o simplemente
una manera distinta de sobrellevar la vida cotidiana, la respuesta
sera simple: un discreto silencio y el aislamiento. Y nada de lo que
se intente cambiará la situación, a no ser que gritéis fuerte al
vació o que simplemente tengáis un oído cómplice para que el
vacío se llene por una vez de algo distinto a la rutina.