Aún recuerdo con ternura
y con bastante vergüenza mi primer intento de poder ligar con una
chica, sorprendéntemente un éxito, seguido por un posicionamiento
estratégicamente perfecto, un sitio de plaza perfectamente
coordinado, pero con un fallido y estruendoso fracaso en la toma de
dicha plaza. Y no, no se crea nadie que fue con una chica del mi
localidad, fue en unas vacaciones de ensueño, poniendo picas con una
valquiria germánica. Hoy mirado desde la madurez, la seguridad que
da la distancia y como no la sabiduría adquirida no puedo por menos
que dejarme escapar una sonrisa conciliadora con aquel chaval de
dieciséis años que intentaba por todos los medios hacerse un hombre
con el mismo y escaso éxito que intentaba comprender que un beso es
tan difícil como madurar al menos en aquel momento. Lo único que
aquel ingenuo chaval aprendió es que de vacaciones hay que ir a lo
que se va cuando vas con tus padres, a disfrutar de manera sana,
porque aunque las hormonas te digan adelante, tu mente está ahí
para recordarte que dos pasos atrás a tiempo evitan tres en falso
hacia delante.
Describamos el lance de
manera correcta. El escenario era un hotel con acceso directo a la
playa en Roquetas de Mar, el chaval con sus dieciséis, mucho
desparpajo y ganas de pasarlo de puta madre, la chica por supuesto,
otras dieciséis primaveras de exuberante belleza germánica con unos
ojos verdes arrebatadores , ciento sesenta y cinco centímetros, unas
piernas de esas que te giras para mirar y ni puta idea de castellano,
importante esto último, porque era esencial para que el lenguaje
universal con las manos y corporal funcione. Ahora mezcladlo con una
playa a las once de la noche y las hormonas recorriendo los dos
cuerpos como si aquello fuera una orgía ya iniciada, por cierto casi
se me olvida, la playa como no podía ser de otro modo, llenita de
gente haciendo lo mismo a esa hora en ese caluroso agosto almeriense.
Todo apuntaba a una noche de escándalo, hablamos como siempre,si a
lo que hacinamos se le podía llamar hablar, mas bien era un sistema
de signos bastante curioso que en más de una ocasión acabó dándole
golpes con la mano a uno u otro, del tiempo, de lo bien que estaba el
hotel y a saber de que más, no sabiendo idiomas que se podía decir
salvo jelous. En ese momento forcejeamos de guasa y ella me mira
atentamente....muy atentamente, arrima sus labios, se nos oyen los
latidos del corazón desde despeñaperros y...nada. Aquí nuestro
héroe decidió que aquello suponía demasiada facilidad, no se podía
llegar tan fácilmente a conquistar la plaza, se queda paralizado...y
sale a correr hasta llegar a su habitación se encierra con la cara
estupefacta de su hermano cinco años menor que no entendía que
pasaba. No puedo explicar que pasó por la cabeza de la chica
germana, aunque si se que pasó al dia siguiente, no la vi más.
Si amigos, este fue mi primer beso, mi primera conquista. Hoy mirando a aquel chaval, me sonrío y hasta me entran algunas carcajadas, pero ya no siento aquella vergüenza posterior por el fracaso conseguido. Mientras me tomo mi café y escribo estas líneas no puedo olvidar que todos tenemos una juventud y que desbocada o no siempre nos trae recuerdos y enseñanzas. Lo que yo sigo sin olvidar y a la vez echo de menos fue mi primer beso que fue....pero que nunca fue.
Si amigos, este fue mi primer beso, mi primera conquista. Hoy mirando a aquel chaval, me sonrío y hasta me entran algunas carcajadas, pero ya no siento aquella vergüenza posterior por el fracaso conseguido. Mientras me tomo mi café y escribo estas líneas no puedo olvidar que todos tenemos una juventud y que desbocada o no siempre nos trae recuerdos y enseñanzas. Lo que yo sigo sin olvidar y a la vez echo de menos fue mi primer beso que fue....pero que nunca fue.